sábado, 23 de marzo de 2013

La teoría del doble o los extraños mecanismos de la cola de un concierto

¿Conocéis esa teoría psicológica que consiste en que si a una persona le preguntan sobre sus expectativas y deseos del futuro, éstos nunca superarán el doble de su edad? Es decir, si a un chaval de 20 años le preguntan que qué espera de su futuro, siempre dirá cosas que no rebasen los 40 años. Podrá decir que espera terminar en dos años la carrera, que piensa vivir en la casa de sus papás hasta que éstos sean abducidos por malignos extraterrestres, que se irá con su fibra óptica y su macuto debajo de un puente a los 35, que no obtendrá ni trabajo ni beneficio,… en definitiva, una retahíla de cosas absurdas. Pero podemos confirmar una cosa, nunca pensará en su jubilación ni en el geriátrico. Sus expectativas se limitarán a los 40 años de edad (que increíblemente es el doble de 20 ¡magia!, y tú que pensabas que las matemáticas del colegio no servían para nada).



Skinner no pinta nada en esta teoría, pero que queréis que os diga, una foto de un cabezón, siempre da elegancia a una entrada.



Podéis hacer la prueba con vosotros mismos, si no os fiáis de mí (bueno de los eruditos de la psicología) Ahora bien, seguro que algún listillo –probablemente el que recibía collejas en el colegio- me dirá que esto es una patraña, que con los tiernos infantes esto no se cumple. Pues no, erraste, con los niños sucede exactamente lo mismo. Si les preguntas qué quieren ser de mayores, los muy cabroncetes te contestarán rápido. Pero no te fíes, no te están diciendo que quieren ser médicos cuando tengan 35 años, lo que te están diciendo es que quieren que les des un puto bisturí ahora mismo para poder abrir en canal a su amiguito Francisquín. Y si quieren ser bomberos lo que quieren es que les des un camión enorme con el que poder montar jaleo por toda la ciudad e ir ahogando las casas ajenas a manguerazo limpio. No sé por qué os debería extrañar, todos sabemos que la gran virtud de los nenes es la paciencia. 


¿En serio os fiarías de las intenciones de este crío?


Total, que si no sabíais de esta divertida y didáctica teoría, ahora ya la conocéis. Ahora viene el paso más divertido: DESHECHADLA. No vale, está obsoleta, es una puta mierda. La única y verdadera teoría del doble es la que viene a continuación. Prestad atención amigüitos porque os voy a revelar los entresijos de la cruda realidad, a pesar de que no me lo habéis pedido.


Poneos en situación. Os acercáis al calendario de vuestros quehaceres, y entonces aparece, grande, inmensa, preciosa, deslumbrante, la cruz que marca con énfasis el día en el que tenéis que ir a EL concierto. No es un concierto cualquiera, este es especial… Algunos motivados hasta a lo mejor han marcado la fecha con una cruz invertida hecha de sangre de la cobaya de su hijo/hermano pequeño. Dado que es EL concierto, podéis tomar dos opciones dependiendo de vuestra edad.


A) Categoría Sénior, también llamada categoría sonotone.

B) Categoría Juvenil, también llamada categoría petisuis.

Así los reconoceréis:

Categóría Sonotone


No, no os motivéis, nadie puede tener tanto glamour como Lemmy. En realidad los individuos que pueblan la categoría sonotone tienen el aspecto de los de abajo. 

Entran desde los más clásicos hasta los más puristas.


Así que vais a ir a EL concierto, muy en contra de lo que dice la parienta, y no sólo eso, sino que como se trata de EL concierto, queréis posicionaros en un buen puesto. Queréis estar entre las primeras filas, sentiros jóvenes por un día. 


Categoría Petisuis

El concepto de Chupa tintas adquiere un nuevo significado. Aunque como se ve, lo importante en esta categoría es ir pintado. 


Decidís que hoy pasáis del cubata de 15 euros que os cobrarían en el local discoltequero de turno, o del coma etílico habitual que conseguís a base de Ron Hacendado en el parque de debajo de vuestra casa. Porque hoy es EL concierto, por lo que correréis hasta las primeras filas, de una forma legal, sin empujones, es decir, haciendo cola. 

Bueno, ahora, después un rato comiéndoos la cabeza y habiendo dejado por el camino unas cuantas neuronas comatosas intentando situaros en uno de los dos grupos viene lo bueno: olvidarlos. Da igual a qué grupo pertenezcáis, ahora solo importa que sois rockeros/jebis. Sois un mismo grupo, habéis mutado en el mismo espécimen. El rockero/jebi, no entiende de edad, a él sólo le importa si eres de Metallica o de Megadeth, si eres de los Stones o de los Beatles, si eres de EL&P o de Pink Floyd, si eres de Burzum o de Mayhem, si eres,… continua tú mismo con una retahíla de tópicos jebirockeros. 


La cosa va de comida sana vs. cerveza. 


Centrémonos, estás tú, solo o con los colegas dispuesto a echarle horas en la cola de EL concierto para tener una posición más que aceptable. Y minutos antes de que pongan las vallas (si es que ya no están puestas) o de que abran el recinto, observas con los ojos atónitos, como el grupillo de amigotes que teníais delante se han multiplicado, han venido los amigos rezagados, los que tienen más cara que espalda, los que no tienen vergüenza,… y se han colocado justo delante de vosotros. Ahora mismo odias a esos niñatos intrusos (suelen pertenecer a la Categoría Petisuis) tanto como a aquel profesor que te suspendió con un 4.99 –todos hemos tenido UN profesor- y aun así odias todavía más al tontaina que ha dejado que se cuelen, o a los tontainas, suelen actuar en grupo. ¿Qué por qué estoy tan segura de este extraño suceso? Porque yo he sido una de ellos. SOY una de ellos. Bueno técnicamente no lo soy, porque no tengo amigos*. Pero si los tuviera vive dios que lo haría. Si llevo horas esperando sola en la cola y sé con total seguridad que voy a conseguir la primera fila, que más me da que 10 minutos antes de la apertura de puertas vengan mis amigos y se coloquen justos detrás de mí, y recalco el detrás de mí. Llamadme tonta, llamadme egoísta, llamadme MASOCA. Pero bueno como he dicho no tengo amigos, así que no estoy en el grupo a odiar sino en el de señalar y odiar con todas nuestras fuerzas. Así que no estáis aquí para poder juzgarme, juzgad a los que pueden hacerlo ¡y lo hacen! Joder, me salen los recuerdos a la velocidad que el chapapote se extendió por la costa gallega, pero es que aun recuerdo un concierto de los Judas Priest en el que estuve haciendo cola desde la 11 de la mañana y perdí la primera (bueno y segunda, tercera, cuarta quinta,… sí, acabé lejos) por culpa de estos seres despreciables. 


Dramatización de los hechos:

Tú y tus amigos molones os situáis en la cola, sólo y remarco el sólo, hay diez personas delante de vosotros.

Cinco minutos antes de que abran las puertas del recinto… Esto que parece el concierto en sí no lo es, que no te confunda el super bafle, sigue siendo la cola. 


Es decir, que llegas a la cola contento y feliz, porque descubres que apenas hay seis personas. Pobre… iluso de ti. Hay una 99% de posibilidades de que diez minutos antes de que comience el concierto se conviertan en 12. Ese 1% depende del amigo trasnochado, el que ayer tomó dos o doce birras de más (quien sabe dónde está el límite) y ahora no hay quien le despierte. Pero no te fíes, sólo para joderte, sus amigos serán capaces de sacarlo a rastras de su casa, y colocarlo justo enfrente de ti. ¿Qué quiere decir esto? Que lo tienes muy jodido, que la cifra tiende al 100%. 

Y esto es así. No seas optimista, da igual que delante tengas veinte personas, quince o cuatro,.. Al final del día habrá el doble. Vete olvidando de tu preciada primera fila, de dejar la chaqueta de cuero en la valla del foso… Hazte la idea de que la gente tiene amigos, y lo peor de todo, que los usa a su antojo. 

Y me preguntareis, y a mí qué coño me importa estar en la cuarta fila en lugar de la segunda o la primera. Es a vosotros a quien me dirijo, sois vosotros quienes mantenéis esta lacra de casta política que tenemos en el poder, total, es lo que hay ¿no? ¡Pues NO! Os regodeais en vuestra indiferencia, en vuestro pasotismo,.. cuando están acabando con vuestros derechos. Y tus derechos no sólo son tener una educación pública o una sanidad pública, el ser respetado también es un derecho. Sabes que cuando salgas del concierto saldrás con menos paciencia de la que entraste (a pesar de la felicidad que te embarga), y es que siempre hay algún idiota a tu izquierda que no ha parado de golpearte, o el de delante que se ha pasado el concierto entero grabándolo con su puta cámara de 3 megapixeles, o el de la derecha que llevaba una semana sin ducharse,… ¿Qué te queda? El saber que has sido respetado, que al menos tengas la total seguridad de que si has tenido que soportar todas esas penumbras ha sido porque ese era TU LUGAR, el sitio que te correspondía. No puedes salir pensando “Ay, imagínate, que no se hubiera doblado la cola del concierto, a lo mejor estaría mucho más delante y el novio lelo de la chica de al lado no me hubiera vomitado encima” No, no puede ser. Respeto ante todo. 


Yo pienso en ti, lucho por tus derechos, lucho para que no tengas esta cara durante el concierto. Sólo pienso en tu bien. 


Y esto es siempre así, incluso el chico friki con cara de pocos amigos y muchos granos, también los tiene, y es el de peor clase, palabrita de servidora. Porque estará dispuesto a prostituir su dignidad y colar al amigo, del amigo del amigo, que a veces ni siquiera es persona. Al respecto tengo una bonita anécdota, en un concierto de Alice Cooper, había un chico (un auténtico hard rockero, digno de ser miembro de los Poison) que llevaba dos días en la cola, sí, durmiendo y todo. El muy listo, el zarrapastroso miembro de los Poison se trajo al menos a 15 personitas, vamos, casi nada. Y encima le prestó su primera fila a la novia de un colega. Como se puede ver, el mundo está lleno de ilustres seres. 

Lógicamente la teoría del doble –que es como la he bautizado- no se cumple a lo largo de la cola. Suele servir para las primeras 30 personas, eso no quiere decir que en el resto no vengan más amigos, pero ni se nota tanto ni jode tanto. Bueno y también influye la calidad del grupo, bueno más que su calidad, la cantidad de gente que mueve. Así que ya sabéis, tenéis tarea para la próxima vez que vayáis a EL concierto, observad como lentamente perdéis la candidatura para unas maravillosas primeras filas. 

*Aclaraciones: Ha sonado muy forever alone eso de que no tengo amigos, a ver que los tengo, y desgraciadamente a patadas. Pero no son de ir a conciertos. Así que me toca ir, por lo general, sola a los conciertos, no pretendo que lo entendáis y mucho menos que me psicoanalicéis, sólo digo que a mí me parece lo más normal del mundo. No pienso quedarme en mi casita sabiendo que a 20 km de mi casa están tocando… que se yo, Roger Waters. Pero bueno esa es otra historia, ya haré en otra ocasión un post sobre el tema de la liberación de los individuos que van solos a los conciertos, aunque suene muy Monty Python.

miércoles, 30 de enero de 2013

Querida Esperanza Aguirre: Por qué los menores no pueden ir a salas de conciertos

Me podéis moler a palos, estáis en vuestro derecho. Podría haberle enviado a Esperanza Aguirre cartas criticando su gestión, o pudiera haber elegido alguno de los cientos de temas que nos indignan a la población. Entonces, ¿Por qué la envié una carta criticando la normativa que prohíbe a los menores entrar en salas de concierto y bares? Pues básicamente porque soy JOVEN y se me HINCHARON LAS NARICES. Tened por seguro que si pudiera volver atrás me manifestaría exactamente por lo mismo. Que haya cosas importantes que están mal no exime que no se pueda criticar otras menores que están igualmente mal.

Esperanza Aguirre diciendo "Sí, Irene, voy a leer tu carta y te voy a contestar... y además te pago el concierto"

Os preguntareis ¿Por qué se me hincharon las narices? Pues es muy sencillo. Desde que tenía 12 años y me dio por la música, siempre quise ir a conciertos, ver en directo todas esas bandas que escuchaba 12 horas al día. Mis padres me dijeron que era muy pequeña, que me esperara a crecer, que cuando tuviera 16 años ya hablaríamos del tema. Bueno pues muy bien, crecí, y cuando cumplí los 15 años, les dije que quería ver a los Rolling Stones que venían de gira por estos lares. Me dijeron que nanai, que yo no me iba sola a un concierto  Mi gozo en un pozo, es decir, que me piden que crezca, crezco. Y ahora me pedían que me buscara amigos con mis mismos gustos musicales, a ver, yo donde encontraba a alguien que le gustasen los Rolling Stones, Led Zeppelin, Obús, Black Sabbath, Helloween, Manowar, Led Zeppelin, Iron Maiden, Judas Priest, Chuck Berry,... Mis amigas eran más de otros rollos, y lo más parecido era una que era fanática de Bon Jovi, y otra blackmetalera. Total, que cuando conseguí poner en orden mi cabeza... los Rolling Stones ya se habían ido de España. 

Vino AC/DC (Calderón), conseguí convencer a mi padre para que me acompañara: BIEN. Vino Jeff Beck (Veranos de la Villa), conseguí convencer a un amigo de que viniera: BIEN.Vinieron Deep Purple (Palacio de Vistaalegre), conseguí convencer al mismo amigo para que viniera: BIEN. Yo ya estaba super motivada, en cuatro meses, cuatro conciertazos. La sorpresa llegó cuando al año siguiente, ya tenía 17 años, anunciaron que vendría Manowar (Rivera), yo, super contenta fui a avisar a mi amiga la blackmetalera (le pirran los Manowar tanto como a mí los Stones) perfecto iríamos al concierto. No podría estar más contecta, tenía la edad y la compañía para que mis padres me dejaran. Cual fue mi sorpresa cuando me entero que a las Salas (Rivera, Heineken, Macumba,..), no podían entrar menores, que había no sé que legislación en la Comunidad que lo prohibía. 


Tened por seguro que si no hubiese conseguido entrar en ese concierto. Me hubiera esperado al final del concierto, hubiera recogido todo el aceite que hubieran perdido los Manowar en el escenario, y hubiera rellenado el depósito de un coche (porque todos sabemos que el gasoil y el aceite son lo mismo), hubiese metido a la señora Presidente en el maletero y pa'...Siberia. 


¿Cuál fue mi primera reacción? Cabrearme, cabrearme mucho,... y canalizar mi agresividad escribiendo una carta la Comunidad y a su máximo responsable: Esperanza Aguirre. La podéis leer a continuación. No conseguí ninguna respuesta, no me sorprendió. Así que ahora, supongo porque ya han pasado tres años, publico en internet la carta cuyo motivo en su día me hizo sentir auténtica ira.



Que decir que finalmente fui al concierto. No iba a dejar que una bruja amargada y sus consejeros que pensaban que los adolescentes éramos unos alcohólicos dejaran que yo me tuviera que esperar otro año más para verlos. Me las arreglé (le pedí el DNI a una amiga mayor de edad) y disfruté de mi primer concierto de Manowar (y ya van tres).


Más o menos esta fue mi cara al entrar en la Sala "Chúpate esa Esperanza, soy una chica con recursos" 



Aquí va la carta:

La pongo en situación señora Presidente:

Es una tarde de viernes, después de estar estudiando toda la semana una chica quiere ir a ver a su grupo favorito. Después de haber pagado los 40 euros que cuesta la entrada -aunque esto es lo de menos-  cuando sólo tiene a una persona delante para poder entrar en la sala de turno, un hombre le dice que no puede entrar ¿La razón? Que tiene 17 años y 9 meses, que vuelva en 3 meses, dado que la legislación no permite la entrada a menores en salas de concierto. Y yo me pregunto ¿La cultura no es para todo el mundo? Es decir, si a esta chica le apetece ir al Teatro Real para asistir a un recital de ópera, puede entrar. Si le apetece ir al Palacio de los Deportes,  puede entrar. Sin embargo, si quiere ir a una sala de conciertos… no puede. ¿Qué culpa ha tenido esta chica de que la mayoría de las bandas que le gustan no vayan a estos lugares a tocar?


Volvamos a la chica de 17 años y 9 meses, sigue anonadada delante de la puerta de la sala buscando una explicación a la negativa. El mismo hombre que hace unos segundos le ha prohibido la entrada le responde que la normativa prohíbe la entrada de menores en locales donde se venda alcohol. ¿Qué pasa es que en el Teatro Real o en el Palacio de los Deportes no se vende alcohol? Creo que usted conoce la respuesta. De verdad la comunidad piensa que los jóvenes van a ver a sus grupos favoritos pagando en muchos casos más de 40 euros para luego entrar y pagar 10 euros por una copa. ¿Cree usted que asisten a conciertos para tener una excusa para emborracharse? Las salas de conciertos no son los únicos lugares donde se puede conseguir alcohol. Aléjeles del pasillo del alcohol de los supermercados, de las tiendas chinas donde venden alcohol hasta altas horas de la madrugada, de dónde le dé a usted la gana, pero por favor, no les aleje de la música, no les aleje de la cultura. Cualquier persona debería tener el mismo derecho a asistir a un recital, da igual que sea La Flauta Mágica, Shakira, Barricada, Manowar, Iron Maiden o Judas Priest.


¿Cómo es posible que a los 16 años esta chica pueda trabajar, cotizar a la seguridad o médicamente puede tomar cualquier decisión de manera independiente?  Pero no pueda ir a un concierto, porque los de arriba creen que esa es una excusa para embriagarse, no que el fin sea pasárselo bien y vibrar con la música. Hace ya unos años que la Comunidad de Madrid se dedica a alejar a los adolescentes de la cultura, porque sí señora, si defendemos el cine con tanta pasión sepa usted que la música también es cultura, y los conciertos son una fuente de ingresos para los músicos.


Volviendo al tema del alcohol, usted dijo que uno de los motivos de subir la entrada de 16 a 18 años era para evitar que los menores accedieran al alcohol. Este es un error francamente grave, pues generalizó. Generalizar es equivocarse siempre. Señora presidente, los jóvenes aunque a usted no se lo parezca no son una masa si no individuos. Por supuesto que hay muchos menores que beben, pero también hay mucho otros que no. ¿Deben pagar todos las acciones de unos cuantos? Porque entonces la chica de 17 años y 9 meses podría pensar: hay muchos casos de corrupción, luego toda la casta política está corrompida. Lo que hay que hacer es poner filtros para controlar más a los políticos, que haya mayor transparencia ¿Por qué no hace lo mismo con los jóvenes? Se podría pedir el DNI dentro de las salas a los menores para evitar que accediesen al alcohol, pero nunca prohibir la entrada directamente como se está haciendo.


Con esta carta sólo pretendo hacerle reflexionar sobre esta normativa, sobre su utilidad. Repito la pregunta ¿Es justo hacer pagar a todos por las acciones de unos pocos?


Firmado atentamente:

Una chica de 17 años  y 9 meses, que perfectamente podría haber tenido 15 o 16 años







Manifesto deprimente o por qué os he abandonado queridos no lectores

Lo admito (básicamente porque hay pruebas, no hay más que mirar la fecha de la última y única entrada) he abandonado el Blog. Pero hay razones de peso, he empezado con los exámenes, gracias a nuestro maravilloso nuevo sistema -sí, habló de Bolonia- tengo que entregar trabajos a punta pala, además he encontrado un medio-trabajo,... Pero me he dado cuenta que el dinero no da la felicidad, sólo seguridad, bueno y caprichos, tampoco me puedo olvidar de que también me da más o menos autonomía, ¡ah! y money para conciertos,... bueno voy a terminar esto que al final va a parecer un sketch de los Monty Python.


Sí, echarle la culpa a este idílico pueblo de vacas italiano. Seguro que si se hubiese hecho la reforma universitaria en otra ciudad, ahora mismo habría colgados en el Blog cientos de entradas.

Estos últimos meses me he sentido inquieta, con quién discuto ¿con los libros? no son buenos conversadores, sólo me cuenta sus monólogos... a quién grito ¿al radiocasete? sube el volumen y soy incapaz de superarle... A quién le cuento las injusticias que veo ¿a la almohada? ya a intentado asfixiarme varias veces, creo que tiene contacto con la CIA... Total, que no me ha quedado  más remedio que volver aquí. Al fin y al cabo, yo le he dado vida, así que no le queda más remedio que escuchar mis desvaríos.

En definitiva, que aquí estoy, de nuevo, con pilas renovadas. Dispuesta, como dije en la entrada de los Rolling Stones, a canalizar todo la agresividad que me causa el mundo.